Los gatos, por el hecho de ser mucho menos gregarios que los perros, tienden a tener menos signos de lenguaje no verbal.
“En general, la cola da muchas pistas acerca de lo que están sintiendo en un determinado momento, pero las expresiones faciales son más sutiles y menos claras”.
Cuando los gatos se asustan, inflan la cola dejando los pelos muy abiertos de manera de verse más grandes. “Esta conducta se debe a la liberación de adrenalina y es absolutamente inconsciente”.
La cola agachada, en cambio, indica que está triste o tímido y, por el contrario, si está levantada es un signo de felicidad.
En otros casos, es mejor no acercarse: “Si la agita rápidamente quiere decir que está enojado, incómodo o desagradado y si además tiene las orejas hacia atrás es mejor no acercarse porque está a punto de atacar”.
Pero si mueven la cola lentamente y las orejas están en posición normal, “quiere decir que está atento, puede que esté jugando y quiera que le acerquen un juguete”.
La orejas hacia arriba, agrega, “indican que nuestro gato está atento, feliz y relajado”. Un gato asustado, en cambio, las tiene aplanadas hacia los lados.
Los bigotes también dan señales importantes. “Cuando los gatos están jugando o muy atentos a algo, los bigotes se extienden hacia adelante y se proyectan fuera de la línea media de la cara”.
La boca no tiene mayor importancia, “lo claro es que cuando un gato muestra los dientes, no está amenazando como los perros sino que olfateando, ya que con la boca abierta reconocen mejor los aromas”.
Los maullidos, si bien no corresponden a un lenguaje corporal, son básicos para entender los estados felinos. Por ejemplo, los más largos indican alegato y frases como “quiero comida”, “me falta agua” o “quiero salir”.
Los cortos tienen como fin llamar la atención y se traducen como “juguemos” o “hazme cariño”.
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